Querido Diario:

Quién nos iba a decir que los años 20 del siglo XXI nos traerían un nuevo auge del Fundamentalismo, esta vez no religioso sino ideológico.

Hoy he estado reflexionando sobre cómo ciertos líderes modernos, a quienes he decidido apodar los ’nuevos ayatolás’, no toleran la crítica y exigen ser tratados como dioses infalibles. Quien se atreva a cuestionarlos o disentir de su línea es rápidamente tachado de fascista, ultraderechista, o antidemocrático. Resulta irónico cómo se autoproclaman defensores de la democracia, mientras promueven un pensamiento único y exigen una lealtad absoluta al líder supremo.

Me recuerda a la “República Democrática Alemana”, precisamente esa donde la democracia era inexistente. Este juego de palabras y realidades invertidas me lleva a pensar: “Dime de qué presumes y te diré de qué careces…”

En estos tiempos de polarización y dogma, la ironía de esos nombres y las realidades que ocultan parece más relevante que nunca. Cada página de este diario es un testigo de cómo las palabras, alguna vez sagradas y llenas de significado, pueden ser manipuladas hasta perder todo sentido en manos de quienes buscan más el poder que la verdad.

Victor