1 de mayo de 2024
En un día repleto de revueltas emocionales, me aferro a tres rituales que se han convertido en mis bastiones contra el caos.
Comienzo con la ópera, esa explosión de dramatismo y pasión que me sumerge en un océano de sensaciones intensas. Los picos emotivos de Puccini me envuelven, transportándome lejos de las trivialidades terrenales.
Mi segundo ritual es escribir en mi diario. Aquí, libero un torrente de pensamientos, que al ser plasmados en el papel, dejan atrás la confusión para dar paso a la paz. Cada palabra escrita actúa como un filtro purificador, destilando claridad de la turbulencia cotidiana.
Finalmente, en los momentos más desafiantes, recurro al I Ching. Cada consulta a este antiguo texto es un encuentro con la sabiduría milenaria. Al abrirlo al azar, sus páginas me guían, ofreciendo perspectivas y consuelo, mostrándome cómo navegar a través del tumulto con serenidad y propósito.
Estos tres rituales, templados por el tiempo y la tradición, se han convertido en mis faros de guía. En la complejidad de nuestra era, encuentro en estas prácticas ancestrales las claves para enfrentar los desafíos con equilibrio y certeza.