Diario de un Perfeccionista Procrastinador
20 de Marzo Hoy, el reloj me desafió con sus manecillas burlonas, señalando tres horas de pura y absoluta productividad. Pero, ¡oh destino caprichoso!, la montaña de trabajo ante mí se transformó en la molesta voz de una conciencia ordenada. Fue entonces cuando el espíritu de la limpieza me poseyó con fervor inusitado. Mis archivos, esos antiguos guardianes del caos, clamaban por una organización. Los cajones, esos oscuros abismos de misterios olvidados, suplicaban por luz y orden....